domingo, 18 de septiembre de 2016

Sin retorno

Ya no me lees poemas al borde de la cama, cuando solías confundirme con tu amada.

El botón de pánico ya no es manoseado por tus manos neuróticas y el último fósforo para encender la cocina, ha sido humedecido por tu boca blasfema.

Cuando tú y yo corríamos desnudos detrás de las letras y metáforas, un caldo de cultivo se multiplicaba en el azucarero.

Cuando tus zapatos rotos eran la excusa perfecta para no acompañarme.

La niña ratón te contagio de hanta, mientras menea su cola le depositas larvas para que alucine ser uno de nosotros.

 No te engañes, un día deberás crecer y me verás llena de esplendor.

Tus padres seguirán construyendo manicomios y cementerios, cada quien acudiendo a su lápida.

Los prefacios que tanto te gustan siguen en mi cabellera alborotandose con las ráfagas, brillando con nuestro sol.

Es evidente ya no hay retorno, ni un poema, solo un adiós.