domingo, 8 de marzo de 2009

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Aún recuerdo la brisa fresca que inundaba aquella tarde otoñal, estaba aburrida y me fui a caminar por la playa, de pronto escuche a lo lejos, una voz grave e imbatible, me acerque con curiosidad y sigilo, entonces lo vi de espalda, recitando hacia el roquerío, como si estas piedras fuesen su mejor auditorio, aquella imagen pareció detenerse en el tiempo y mi sorpresa fue mayor, cuando reconocí aquel poema que también me sabia de memoria, entonces ya no pude evitar unirme a su voz, el corazón me latió a mil, solo tenia claro una cosa: había irrumpido en su mundo sin ser invitada.

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