lunes, 29 de mayo de 2017

Rodrigo Verdugo Pizarro



CIENTOSETETENTAYCUATROAVO  ANUNCIO

Si despiertas esa oscuridad que duerme en tu sangre
Seré un extraviado de jade en la otra orilla
En orgias de luz negra chorros de cuarzo te levantan
Hasta que expones tu don,
Llevas la gota de aceite que reina sobre la noche.
Si tuviera la fuerza de unas manos de oro
Diluiría los astros sobre los que quieren encarnar
Un sádico oráculo y un azul despiadado
Hay de tu misterio al mío.
Ahora te llamo y me contestas
Como si hubiera una fiesta al fondo de un pozo.
Si despiertas esa oscuridad que duerme en tu sangre
El extraviado de jade arrastrara cordones de egregores
Sobre los que no quieren reencarnaran.
Flores secas ante sexos húmedos
A la sombra de un barco que muere en la tierra.
Las cadenas del invierno sobre la perpetuación
El hueso se hace transparente sin la memoria del muerto
Las puertas como reptiles entre la vida y la muerte
No tenemos como clavarnos en la tierra
Si tenemos como amarrar un espejo a la luz
Y tapados con cielos y mares
El paraíso apunta a las flores secas y a los sexos húmedos.
Tengo una sola raíz para este cielo roto en mi alma
El agua lee las perpetuaciones
Arrastro cordones de egregores desde la otra orilla
Hasta los tapires que llevan colgados astros diluidos hacia el arca áurica.
Ahora te llamo y me contestas
Como si hubiera un lamento de lámparas al fondo del milagro.
Salva la raíz lo que no soñamos
Si tuviera la fuerza de unas manos de oro
Te sacaría de esa fiesta que hay al fondo de un pozo
Y en orgias de luz negra caería sobre el primer cuerpo
Junto monedas de arena
Alianzas de azufre y arena encima de un sádico oráculo
Encierro a un muerto dentro de la música
Esta música separa las aguas
Un espejo nace de tu misterio al mío
Y con un cuchillo de fiebre
Trazo en el espejo
La dirección que debe tomar ese atardecer
Que brota de tus caderas.
Si despiertas esa oscuridad que duerme en tu sangre
Se iluminará el vino, nuestras lágrimas lavarán a los pájaros
Ahora te llamo y me contestas
Como si hubiera una genuflexión de tapires en un iglú
Desde el fondo del milagro el hueso transparente sale
Y sobre el extraviado de jade caen las cadenas del invierno.





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